La
Francia, un Paraíso Familiar
Corrían
Los años 39 y 40 cuando mi padre, un arriero y campesino antioqueño
de pura cepa, nos llevó a mi madre, a mis tres hermanos y a mi a
vivir en el lugar que representaba su nueva adquisición: " La
Francia" una hermosa hacienda con mas de 400 hectáreas de
extensión, ubicada entre las poblaciones de Bugalagrande y
Andalucía, con una inmensa llanura que sirvió de pastoreo para unas
50 yeguas con sus crías.
En
este mismo terreno se encuentra la bella casona de tipo Colonial,
contando con 12 habitaciones muy espaciosas y cómodas y de amplios
corredores fabricados en madera.
Aquí
se daban cita nuestros familiares, los cuales continuamente nos
visitaban, siendo los mas asiduos los Soto Ossa, los De la Vega Ossa,
los Peláez Ossa, los Ossa Villegas los Cárdenas Ossa y Rendón Ossa
entre otros.
Esta
bella región, donde estaba ubicada la Hacienda, era particularmente
rica en producción agrícola y de ahí se derivaba la gran mayoría
de los alimentos que servían para consumo doméstico, aparte de que
se contaba con una muy buena capacidad para obtener leche y queso de
excelente calidad. En promedio, cada día se podían ordeñar entre
40 y 50 vacas y en cuanto a la producción avícola, se contaba con
un buen numero de gallinas ponedoras que brindaban huevos muy
naturales y nutritivos. Mi madre siempre tenía en su despensa los
mejores y mas sanos productos para nuestra alimentación y la de
todos aquellos que teníamos la alegría de recibir en casa. Ella se
enorgullecía de preparar exquisitos sancochos Vallunos y de manera
muy generosa para todos sus comensales.
por
su parte, mi padre se dio a la tarea de organizar dos grandes
corrales, uno para la crianza de cerdos, sabiendo que de ahí se
dispondrían siempre de los mejores ejemplares para cuanto evento y
reunión lo ameritara, y el otro que mantenía de 30 a 40 ovejas, con
las cuales se podía contar para obtener de ellas la mejor lana y
además poderlas comercializar en Tuluá.
En
un patio grande que estaba localizado detrás de la quesera, mi madre
cultivaba sus hortalizas y también ahí mismo se había dispuesto de
un buen terreno para cultivar arboles frutales como naranjos,
limoneros, guayabos, aguacates, moras de castilla y guanábanas. Se
destinaron también varias hectáreas en donde se producía maíz,
plátano, yuca, frijol y caña de azúcar para luego procesarla en el
trapiche y de ahí sacar sus derivados como panela, miel y blanqueado
que terminaban siendo vendidos en la zona, junto con el queso
prensado.
La
hacienda estaba en medio de una región que permitía disfrutar
abundantemente de sus productos y así mismo invitaba por la belleza
de sus paisajes y senderos a hacer recorridos a caballo. En
particular, existía un potrero llamado " el Bosque" el
cual quedaba en la parte alta de la montaña, permitiendo disfrutar
de una temperatura templada y en donde nacía la quebrada que
atravesaba la hacienda y la cual, al hacer su recorrido, formaba una
bella cascada que caía sobre una gran roca formando un pailón que
servía de estanque para bañarnos. En ese plan de río, hubo muchas
veces que también hicimos paseos al río Bugalagrande, que era en su
época bastante caudaloso y quedaba cerca de la hacienda. Estos
paseos obligaban a disfrutar de la preparación del sancocho en sus
orillas y todos participábamos en su elaboración trayendo desde la
casa las gallinas ya listas para cocinarlas sobre una fuerte y
ardiente brasa que se había montado sobre rocas, después de
seleccionar los mejores leños para asegurarnos de tenerla viva por
todo el tiempo que requería la preparación.
No
podía faltar ya al finalizar el paseo una agradable y emotiva
serenata ofrecida por los trabajadores, quienes nos deleitaban con
bellos pasillos y bambucos al son de sus instrumentos de cuerda y
mientras esto sucedía, había quienes se dedicaban a jugar cartas,
domino o lotería.
Era
tanto y de forma tan alegre que se compartían estos días entre
familia que muchos querían asegurarse de poder tener sus temporadas
de vacaciones en la Hacienda, como mínimo dos veces al año.
La
bella y agradable "Francia" estará por siempre arraigada
en mi memoria, como el mas significativo recuerdo de mi niñez.
Narrado
por Gonzalo Ossa Cárdenas, trascrito por su hija, Adriana Ossa
Stipsianos
En la fotografía nuestro padre y abuelo Ricardo Ossa Ossa, conversando con María Stella Roldan de Ossa, en la finca la Esneda, acompañado de uno de sus nietos Arturo de la Pava Ossa y la mula Luquino.
Al final del blog encontrara el Álbum Collage. En escala 900x1246 píxeles.
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